domingo, 9 de octubre de 2016

Captain Fantastic: Sobre los límites de la educación paterna.

Retomamos en el blog la relación entre cine y educación a propósito de una película que me ha sorprendido agradablemente, además de hacerme pensar a la vez que pasaba un buen rato en el cine. Me refiero a "Captain Fantastic", título que puede llevar a error a priori, ya que no tiene nada que ver con superhéroes. Es la historia de una familia atípica, los Cash, formada por una pareja y sus seis hijos, que viven en unos bosques de un estado del oeste norteamericano, probablemente Oregón o Washington (el estado cuya capital es Seattle, no la ciudad presidencial).
La familia vive de lo que caza y planta, tiene muy poco contacto con el exterior, y sigue un estricto plan de vida, sobre todo los hijos, que tienen su formación muy regulada por el padre, un estupendo Viggo Mortensen, en un papel complicado que saca adelante con nota, a mi entender. Una formación que puede parecer extrema en algunos aspectos, con riesgo físico real para los niños. La enfermedad y muerte de la madre -que no aparece en el film- trastoca la realidad de los Cash, que han de afrontar un duelo y además han de acudir al funeral católico de su madre, aunque ella profesaba el budismo, más como una filosofía que como una religión. Esta tragedia -la muerte de la madre- y la peripecia de viaje hasta Nuevo México, donde residen los abuelos de los niños, conforman el argumento de la película. Y no cuento más, porque espero que la veais y no me gustaría desvelar la trama más de lo imprescindible.
¿Por qué "Captain Fantastic" llama la atención desde el punto de vista educativo? Porque ofrece una versión extrema de la escolaridad en casa, el conocido homeschooling, tendencia que apareció en Estados Unidos hace ya unos años, y que tiene muchos adeptos en aquel país. Efectivamente, los niños Cash no han pisado nunca una escuela, pero leen libros complejos sobre temas variados (física, derecho, política...) y poseen una forma física envidiable ya que entrenan a diario. Además, su nivel de expresión oral es magnífico, tocan instrumentos y cantan. En un momento de la película, se produce un contraste entre la hija de ocho años y sus primos de doce y catorce, comparando sus conocimientos. Evidentemente, la niña muestra mucho más criterio que unos preadolescentes desganados, enganchados a los videojuegos y con poca expectativa de éxito escolar.
Cartel del film, tomado de www.baldovi.net
El dilema educativo que se plantea en la película no puede simplificarse: no se trata de elegir entre homeschooling extremo y socialización escolar clásica. Creo que no va por ahí el tema, aunque parte de la trama recoge esa oposición. La cuestión última, a mi entender, es si los padres pueden aislar, por sus creencias u opiniones, a los hijos del mundo exterior y privarles del contacto con otros individuos de su misma edad. No se descuida su formación, ya que leen mucho, están en forma, son autónomos en el bosque... Pero están desconcertados ante las relaciones sociales, como demuestra de manera involuntariamente cómica el hijo mayor. El viaje a Nuevo México es un reto para todos: enfrentarse a una sociedad de la que desconfían, que consideran injusta, avariciosa y capitalista. Además, sus padres les han inculcado el ateísmo, con lo que no entienden la práctica religiosa más allá de una superstición.
Los acontecimientos del viaje, las contradicciones que aparecen, llevan a una reflexión honesta a los protagonistas, que habrán de elegir entre dos modos de vida opuestos pero con aspectos atractivos en ambos casos. La narración no abusa, en absoluto, del sentimentalismo, cosa que se agradece. Por el contrario, se nos hace creíble la manera tan peculiar que tiene el padre de enfocar la relación con sus hijos, basada en decir la verdad y en pensar en sus necesidades vitales, no tanto en su edad real, en la que la fantasía juega un papel importantísimo. Como anécdota, me sorprendió que, en vez de celebrar la navidad, rememoraran el día de Noam Chomsky, el filólogo y politólogo norteamericano, que todavía vive, y que nació el 7 de diciembre. Ese es el estilo materialista, ateo y anticapitalista que tiene la educación que reciben los seis hijos.
Los conflictos surgen, sobre todo en relación con la muerte de la madre y el papel que ha jugado el padre en la enfermedad de la misma. Como conclusión, todos ceden, todos avanzan, hay generosidad. No es posible el aislamiento total, pero tampoco es necesario caer en la asimilación absoluta de los valores de una sociedad consumista, apática y poco humana.
En resumen, una obra importante, un tema que puede interesar a los docentes y a tantos padres que pueden ver una alternativa a la educación tradicional, y, además, hacerse preguntas sobre cómo lo están haciendo, tanto en la escuela como en casa.

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